El mundo anda desorientado, afligido y desesperanzado, porque las cosas van muy mal, los analistas nos dicen que vamos rumbo a un triste otoño y a un terrible invierno: seguiremos llorando por la invasión de Ucrania y por los otros 20 conflictos bélicos que desangran al planeta, seguiremos teniendo costes energéticos absurdos, inflación galopante, tensiones geopolíticas, divisiones políticas partidistas, avance exponencial del cambio climático y tal vez incluso recrudecimiento de la pandemia del COVID o la aparición de nuevas pandemias. Todo eso se traduce en estados de ansiedad que producen pánico, hastío o depresión.
Nos llevamos todo el día o mirándonos al ombligo para aislarnos de la cruda realidad o mirando el cielo preguntándonos que tendría que pasar para tomarnos un respiro y sentirnos fuera de peligro.
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